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Twerk, feminismo y cultura: desde sus orígenes hasta hoy

Actualizado: 18 oct 2022

Twerk es un movimiento que tiene sus raíces en el territorio que ahora conocemos como Costa de Marfil, en la costa oeste del continente africano, donde se asocia a ocasiones de celebración. Con la migración de personas de esta región a los Estados Unidos de América, este movimiento adquirió relevancia entre la población afroamericana, especialmente en Nueva Orleans. En esta ciudad, el twerk se mezcló con otros ritmos para dar lugar a finales de los 80 y principios de los 90 a lo que se conocería como bounce, también relacionado con el hip hop. Estos movimientos fueron practicados principalmente por la comunidad afrodescendiente LGBTIQ+ del lugar. A medida que ganaba más y más fama, la perspectiva occidental blanca terminó prestándole atención a esta forma de expresión corporal que, viniendo de las personas queer negras, se asoció con el trabajo nocturno (trabajo sexual) y, en consecuencia, terminó siendo sexualizado, cambiando su significado. Esto también contribuyó a generar una impresión de feminización del twerk, convirtiéndolo en blanco de la mirada patriarcal.


El twerk siguió extendiéndose geográfica y socialmente, cobrando mayor relevancia en los últimos tiempos, mientras que otros géneros y estilos musicales del otro lado del Atlántico, especialmente afrocaribeños y afroamericanos, como el reggaeton (del que ya hablamos en otro post), están tomando el relevo popularizándose en las últimas décadas. Por ello, suelen estar asociados, aunque tienen historias y características diferentes. La reciente popularidad del twerking ha reavivado el debate sobre su relación con el sexo y su supuesto papel como herramienta de seducción. Debido a la perspectiva machista que impregna nuestra forma de ver el mundo, las mujeres que lo practican han sido despreciadas, al igual que la sexualidad femenina en general. Por ello, desde ciertos movimientos feministas se pretende redefinir el twerk como símbolo de empoderamiento femenino y diversidad, recuperando su carácter festivo y añadiendo un matiz reivindicativo: “Muevo el culo porque me divierte, no para seducirte”. Desde esta perspectiva, la práctica del twerking permite a muchas personas mejorar la relación con sus cuerpos y hacer que se sientan más cómodas en la piel que habitan.


Es importante, por tanto, que siempre tengamos presente la historia y los orígenes de las diferentes formas de expresión corporal que componen los movimientos, bailes y danzas, porque en estas historias son las personas las que anteponen (y mueven) el cuerpo. nosotros, y con ellos sus culturas y todo lo que hoy nos permite disfrutar de la música y la danza tal y como la conocemos.



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